Por Robert D. Foster
De la vida de la ópera compositor Giuseppe Verdi llega la historia de una noche en que realizó un recital de piano en La Scala de Milán, Italia. Después de su última pieza, el público agradecido pidió un ancore. Verdi, con hambre de aplausos, eligió una composición fuerte y muy adornada que sabía que emocionaría al público, a pesar de que era, artísticamente hablando, música de menor calidad.
Cuando terminó, la multitud se levantó de nuevo, rugiendo su aprobación. Verdi se deleitaba en el gran aplauso - hasta que vio a su mentor de toda la vida en el balcón quien sabía exactamente lo que Verdi había hecho. Su mentor no estaba aplaudiendo con la multitud. En su rostro había una expresión de dolor de la decepción. Verdi casi podía oír su maestro diciendo: "Verdi, Verdi, ¿cómo pudiste hacer eso?"
Podríamos llamar a esto el "Virus Verdi" - el deseo de controlar, la necesidad de ser aprobado. El filósofo alemán Friedrich Nietzsche lo describió de esta manera: "Cada vez que me elevo, me sigue de un perro que se llama Ego". El ego se hincha cuando está colmado de elogios. Anhela el poder y el éxito. Y nunca está satisfecho con lo que consigue de estas cosas.
Este problema es muy común, hasta en el llamado moderno y sofisticado mundo profesional de negocios. Hombres y mujeres luchando por la adulación ansiando atención, maniobrando para controlar y reforzar el poder a su voluntad. Casi todos los días leemos o escuchamos acerca de los líderes que sucumben a las tentaciones del ego hambriento.
Estas actitudes, por supuesto, no son nuevas. El egocentrismo es tan antiguo como la Biblia. Éstos son sólo algunos de los ejemplos que nos presenta:
El amor por la preeminencia. En 3 Juan 9-11 describe a Diótrefes, "a quien le encanta ser el primero", o como dice en otra traducción, él era "ambicioso por tener el lugar de la primera distinción". La ambición por el prestigio y el control a menudo conduce a la adoración, merecida o no, y alguna influencia intimidatoria.
Insistencia en hacer las cosas a nuestra manera. En el Antiguo Testamento, Números 22-24, leemos acerca de Balaam, que era el único profeta gentil del Dios verdadero identificado en la Biblia. Él obedeció a Dios hasta cierto punto, pero su corazón estaba con el liderazgo de Balac, quien se opuso a los israelitas. Balaam deseaba obedecer a Dios, pero al final cedió a la tentación del oro. Tenía la cabeza llena de luz espiritual, pero un corazón que estaba a oscuras. Muchas veces el Señor nos permite hacer cosas que insistimos en hacer, aunque estén equivocadas. Las queremos hacer. Nos impulsamos a hacerlas. Incluso oramos para hacerlas. "Señor, ¿por qué no puedo tener esto…?"
Desafío contra la verdad y la sabiduría. En 2 Crónicas 10-12 encontramos la historia de Roboam, el hijo insolente del rey Salomón. Roboam presume su legado familiar y el poder que heredó que haría a las personas ceder a sus caprichos. Sin embargo, sin tener la sabiduría ni la política ni la comprensión precisa de la confianza de su padre en Dios, Roboam murió orgulloso y necio a la edad de 58 años. "E hizo lo malo, porque realmente nunca se decidió agradar al Señor" (2 Crónicas 12:14).
¿Cómo podemos superar escollos de orgullo y ego? Considere 1 Pedro 5:5-6: "... Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque "Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes". Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. "
Robert D. Foster es el fundador de Lost Valley Ranch cerca de Colorado Springs, Colorado, EE.UU. Hombre de negocios y autor del lecturas semanales relacionados con la empresa por más de 50 años, reside actualmente en California.
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