Por Rick Foster
Tractores de las zonas agrícolas de todo el mundo y en todo el Medio Oeste de Estados Unidos están rugiendo a la vida, al partir a su peregrinación anual a los campos. John Deeres, Fords, New Hollands y Massey Ferguson sembrarán maíz, trigo, soja y algodón y otras semillas de diferentes cultivos. Luego, dependiendo de las condiciones climáticas, los sistemas de riego hidratarán esos campos.
¿Qué hace el agricultor ahora? Aparte de aplicar el fertilizante o insecticida, ¡su trabajo es simplemente observar y esperar! Algo tiene que ocurrir que está más allá de la capacidad de controlar o dirigir del agricultor. La semilla debe germinar y empezar a crecer. El agricultor, por mucho que quisiera, no puede obligarla a desarrollarse.
En el Nuevo Testamento de la Biblia, el apóstol Pablo se refiere a esta realidad en términos espirituales cuando dijo: "Yo planté, Apolo regó, pero ¡Dios está dando el crecimiento!" (1 Corintios 3:6).
Para aquellos de nosotros que mayormente vivimos en sitios donde la economía está orientada a "hacer que suceda", nadie piensa seriamente en esperar y ver. Los vítores mercado el que obtenga resultados. Estamos tan lejos de la economía agrícola de nuestros antepasados que a pesar de que podría estar de acuerdo con la lógica de Pablo, el impacto de sus palabras parece pintoresco y sin esperanza fuera de fecha.
Hoy en día, y a medida que la vida corre con un a prisa frenética, ya sea en los negocios ó en el mundo profesional, ó en nuestras actividades personales, o al servir a los demás, tal vez es hora de traer un poco de verdad de la base bíblica y traer cordura y sentido de la humildad a nuestro punto de vista acerca de lo que podemos hacer - y lo que no. Los comentarios de Pablo más tarde nos iluminan en el mismo pasaje:
• Dios no nos necesita. "Ni el que planta ni el que riega es algo..." (1 Corintios 3:7).
• Sin embargo, Dios escoge usarnos y tiene el placer de hacerlo. "¿Qué es, después de todo, es Apolo y qué es Pablo? Sólo siervos..." (1 Corintios 3:5).
• Dios nos da la oportunidad de servirle a Él y a los demás, y de participar en sus propósitos divinos. "... Como el Señor ha asignado a cada uno su tarea" (1 Corintios 3:5).
A menudo, por nuestra inseguridad u orgullo, queremos tomar el crédito, y recibir el reconocimiento de: "¡Lo hice!" Con lo importante que es dejar que estas verdades filtren profundamente dentro de nosotros para soltar esa necesidad de tener el reconocimiento, o sentir que debemos de tener el control. En cambio, podemos aceptar humildemente nuestros papeles simplemente contribuyendo a lo que Dios está haciendo en el mundo alrededor nuestro.
¿Recuerda el comercial del Super Bowl en el que el niño corre alrededor de la casa llevando un traje de Darth Vader tratando de usar "la fuerza"? A pesar de sus mejores esfuerzos y su determinación, no pasó nada con el secador, el perro o la muñeca. Luego levanta sus brazos en el coche de su padre estacionado en la entrada. El enciende y apaga las luces, y arranca el motor - todo para el asombro del muchacho, y la alegría del padre que estaba viéndolo desde la cocina, y arranca el coche desde el control inalámbrico. (
En el comercial de televisión, el padre intervino. En una forma mucho más grande, mucho más profunda, Dios, nuestro Padre celestial está íntima y estrechamente involucrado para hacer todas las cosas sucedan. La Biblia es clara. Jesús les dijo a sus seguidores: "separados de mí, nada pueden hacer" (Juan 15:5). Más tarde, el apóstol Pablo declaró: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).
Tomado y adaptado de El Reto, escrito y publicado por Robert D. y Rick Foster. Se otorga libremente permiso para reproducirse con los créditos apropiados y se anima a hacerlo. Preguntas o comentarios, escriba: 29555 Goose Creek Rd, Sedalia, CO 80135, U.S.A., o fax (303) 647-2315
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