LA CONFESIÓN: BUENA PARA TODAS LAS ALMAS
Por: Rick Boxx
La mayoría de los oradores experimentados entender el hablar de algunos de sus fracasos personales pueden ser algo que aprecie su audiencia.El único problema es que para que sea realidad se requiere de humildad y transparencia a un nivel en el que muchas personas no están dispuestas a dar. Es por eso que estaba tan impresionado al escuchar hablar a Chip Ingram en un evento de "Fe Incorporada" que se realizó en nuestra ciudad.
Al hablar sobre la importancia de la integridad personal, Ingram confesó algunos de sus defectos personales a su público. No se limitó a reflexionar sobre los incidentes del pasado lejano, sino también en algunos casos recientes de los que ciertamente no estaba orgulloso al reconocerlos. Muchos de los oyentes se sorprendieron por su apertura y la franqueza al confiar lo que era esencialmente ante un grupo de desconocidos.
Las revelaciones sinceras Ingram no sólo eran transparentes, sino también muy instructivas. Al contar su propia historia, citando sus propios errores para ilustrar su enfoque de la integridad, lo hizo de una manera que sirvió para proporcionar un claro ejemplo de humildad para todos en la sala de reuniones. Al mismo tiempo, parecía como si le concedía permiso a sus oyentes de ser auténticos por sí mismos, en lugar de esconderse detrás de las fachadas de la simulación.
En el mundo de los negocios, a menudo nos esforzamos por impresionar a los demás siempre intentando proyectarnos en la luz más favorable, hablando de nuestros aciertos y de las fallas de los demas. Preferimos mantener nuestros pecados y fracasos personales ocultos en las sombras. Lo que Ingram estaba haciendo, sin embargo, fue la aplicación de un principio bíblico importante. Proverbios 28:13 enseña: "El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y encuentra misericordia."
Esperanzadamente la apertura de Ingram le permitió sentir la misericordia de Dios, así como de la muchedumbre. Sé que para mí, su relato me hizo darme cuenta de que tengo muchos defectos en mi persona y no tengo lugar para tirar la primera piedra o pronunciarme sobre los demás.
Por supuesto, hay muchas razones por ser reacios a compartir nuestros defectos y fracasos personales con los demás: la turbación y vergüenza son algunas de ellos, pero el orgullo es quizás el mayor inhibidor de todos. No queremos que otras personas sepan de nuestras imperfecciones - a pesar de estar conscientes de que todo el mundo está lejos de ser perfecto. Sin embargo, el orgullo nos impulsa a tratar de demostrar a los demás que somos mejores de lo que realmente somos.
Puede ser útil tener en cuenta dos advertencias importantes que tenemos de la Biblia. La primera es una simple y soberana cita: "No hay un solo justo, ni aun uno" (Romanos 3:10). La segunda se encuentra en el libro de la sabiduría del Antiguo Testamento:"Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad." (Proverbios 18:12).
Mi propia experiencia me ha enseñado que tenemos que estar bien conscientes de hacer caso a este consejo de las Escrituras. Si usted ha cometido un pecado personal en el trabajo, no trate de ocultarlo. Tan difícil como pueda parecerle, la confesión es generalmente el mejor curso de acción.
Los errores que cometemos tienen una forma molesta de revelarse a sí mismos, a veces en los momentos más inoportunos. Podría ser sabio tomar un enfoque proactivo, confesando abiertamente nuestras fallas en el momento oportuno, en lugar de esperar a que se revele de alguna otra manera - para nuestra gran desgracia.
(Derechos de propiedad literaria 2010, Centro de Recurso de Integridad, Inc.) Adaptado con permiso de "Momentos de Integridad con Rick Boxx," comentarios de los problemas de integridad en el trabajo desde una perspectiva cristiana. Más información sobre Momentos de Integridad en su buzón, escriba a: rboxx@IntegrityMoments.com y ponga "subscribe" en la línea de asunto o visite su website,www.IntegrityResource.org.